viernes, 6 de abril de 2012


Una especie de presentación



La cinefagia no deja de ser una aberración de la cinefilia. Lo normal es la sana pasión por el cine, el disfrute del tren de sombras en la pared de la caverna. Pero la cinefagia va más allá. No es una mera cuestión de atracción por el cine como entretenimiento o arte, sino que implica el deseo irrefrenable de contemplar, un hambre infinita de imágenes en movimiento. El cinéfago es un ser consumido por ardores completistas, enardecido por un espíritu expedicionario que le lleva a adentrarse en los territorios del cine de género más desopilante, las cinematografías menos conocidas, los vericuetos de los sistemas de producción, las rarezas adelantadas a su tiempo... Un devorador de títulos que no entiende de distingos y es capaz de apreciar por igual un Lazaga que un Bergman, un Hitchcock que un Fulci




La soledad es consustancial a tal frenesí. Por más que uno intente compartir, transmitir, difundir o verbalizar, al final todo se acaba resumiendo en una sola cosa: un sujeto pasivo frente a una sucesión de imágenes. El cine no deja de ser un espejo distorsionado de la realidad circundante, una suerte de escapismo o, incluso, una especie de idolatría. Y aunque puede disfrutarse en compañía de otros, al final lo que queda, el poso, es necesariamente individual y único. Nuestra apreciación de un film depende de múltiples factores, tanto ambientales como personales. La única forma de conservar en ámbar esas sensaciones únicas e irrepetibles es ponerlas por escrito. Y confiar en que puedan interesar a alguien.




Mi intención es acercarme a títulos más o menos conocidos, dentro del canon cinéfilo, pero con mayor frecuencia zambullirme en títulos que pululan en sus márgenes. El cine de género, la serie B, las producciones exóticas, o directamente el cine de derribo. Las obras maestras ya tienen quien les escriba. Pero sin incurrir en el habitual error de ensalzar lo marginal por su mera condición. Dar al César lo que es del César. Espero que todos disfrutemos en el trayecto. Por si acaso, abróchense los cinturones...

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