"Cuenta la leyenda
que, hace casi 3.000 años, una civilización de simios
superinteligentes luchó con el hombre por el control del planeta. Al
final, fueron derrotados por los hombres en una brutal batalla, que
acabó destruyendo a los simios, su cultura y su sociedad. Después
de la batalla, los hombres torturaron y asesinaron a todos los
prisioneros simios, atravesándoles los ojos con un hierro al rojo
vivo. Uno de los prisioneros, que también era el líder de los
simios, juró que regresarían de entre los muertos para cobrar
venganza de la brutalidad de los hombres, antes de que éstos
destruyesen la propia Tierra. Ese momento ha llegado.”
El cine de explotación
siempre se ha nutrido de todo tipo de herramientas para atraer al
incauto espectador. El uso pionero de la violencia, el sexo o demás
temáticas tabú fue una de ellas (abriendo el camino para los
grandes estudios, siempre a la zaga en cuestiones de moralidad, pero
más que dispuestos a subirse a las nuevas vías de éxito
comercial). Otra táctica habitual era el estreno de películas a
rebufo de los grandes blockbusters, con una temática similar
y grandes dosis de descaro. Y otra era el remontaje y/o alteración
de títulos foráneos para su exhibición en los circuitos
secundarios o en zonas del EE.UU. de paladar menos exigente. Y, a
veces, incluso se combinaban varias herramientas similares.
Éste fue el caso del
estreno norteamericano de “La noche del terror ciego”, una
especie de combinación de la leyenda “El monte de las ánimas”
de Gustavo Adolfo Bécquer con “La noche de los muertos vivientes”
de George A. Romero, que daría origen a la tetralogía templaria de
los jinetes sin ojos del inefable realizador gallego Amando de
Ossorio. El éxito de “El planeta de los simios” (y de sus
secuelas, nunca mejor dicho) propició que algún avispado
distribuidor decidiera renombrar la película de Ossorio como
“Revenge from Planet Ape” (“Venganza del planeta simio”), y
con la alteración de apenas un par de detalles, intentase colarla
como una continuación del film de Franklin J. Schaffner. Así, se
incluyó una voz en off inicial que pretendía justificar el origen
simio de los jinetes templarios (en base a un supuesto parecido con
las criaturas creadas por John Chambers), se modificó
convenientemente el cartel para acentuar tal semejanza, y se
suprimieron las escenas más picantes y, lógicamente, las que
explican el origen templario de los muertos sin ojos, así como la
ceremonia de sacrificio.